AVISO

TODO EL CONTENIDO DE ESTA PÁGINA SE ENCUENTRA PROTEGIDO BAJO EL REGISTRO NACIONAL DE PROPIEDAD INTELECTUAL.

Tesina de grado

Tesina de grado
HAZ CLICK Y MIRA LA PERFORMANCE REALIZADA SOBRE LA TEMÁTICA

Diario de viaje / Libro de artista

Fotografías

jueves, 7 de junio de 2007

Norberto Gómez: la obra de la represión

Por María de los Angeles Crovetto

Norberto Gómez nace en Buenos Aires en 1941, estudia en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Manuel Belgrano” y en un viaje por Europa establece contacto con el el artista Julio Le Parc. En 1966 regresa a Buenos Aires y a partir de este año realiza varias exposiciones donde presenta obras que lo terminan consagrando como uno de los escultores argentinos más significativos.
La realidad política y social de la Argentina durante el período de facto encarna las secuelas irreparables del estrangulamiento de la dignidad humana y resulta sofocante a la hora de abordar la producción cultural de la época y más específicamente la obra de Norberto Gómez.
El período elegido es expresionista y gestual donde el artista se encarga de no ser encasillable si tenemos en cuenta el período anterior y posterior al analizado altamente geometrizante y racional.
La obra es gestual ya desde la elección de la técnica y el recurso de resina poliéster directa, es decir la técnica en el manejo de la resina está sustraída de cualquier mediación entre la impronta y lo gestual y la obra acabada: el material es directamente dispuesto en una estructura y policromado en su preparación. La estética de lo degradado orgánico que presenta la obra hace referencia a restos de un cuerpo desgarrado a merced de lo putrefacto y en profunda e incierta transformación hacia la pronta desaparición.
A su vez la ambigüedad de una figuración que no pretende decir sino sugerir no permite al espectador rearmar ninguna asociación concreta reconocible sino más bien que la misma imagen se metamorfosea en lo indecible de un espanto originario posible de ser carne humana como a la vez carne animal; las partes se articulan de manera desarticulada impidiendo la reconstrucción visual de una imagen clara. La carne y lo óseo evidenciado no sólo por la organicidad de sus volúmenes sino también por la precisa policromía sugieren, no en su acepción de sutil, sino en tanto que no establecen un discurso explícito de representación;
La escultura de Norberto Gómez, aún dentro de sus notables transformaciones, aparece como un fenómeno solitario y coherente como una metáfora viva que nos atrae, nos rechaza, o ambas cosas al mismo tiempo. Lo característico de su obra es la potencia expresiva o constructiva, que no permite posicionarnos indiferentes al hecho estético, nos sumerge en un universo intranquilo.
Sus primeras obras orgánicas, realizadas en el período de la última dictadura militar argentina, se producen luego de un cambio formal abrupto a su etapa anterior, hasta entonces un trabajo sustentado desde la alusión a lo inorgánico. Nos enfrenta no a la indignidad de la figura humana sino a su desintegración. Se plantea en este momento de su obra un universo sangriento de fragmentaciones orgánicas: vísceras, tendones entrelazados a huesos, fémures que como si recién hubieran sido arrancados todavía con fragmentos de carne desgarrada. Estas visiones desplegaban una anatomía cargada de analogías con la humana pero, eran en realidad la continuación en el espacio de gestos que prolongaban la interioridad del artista en insidiosas metáforas de aniquilación y muerte. Si no era la intención de Gómez, sus obras adquirieron rápidamente y de manera inexorable el carácter de denuncia de las circunstancias que en aquel momento atravesaba el país.
Estas mortíferas visiones sin simulaciones parecían trastocar la vieja función de la escultura para expresar el adentro: una materia que hacía pensar en que la muerte llega a todos lados, a los lugares más recónditos. En esta serie de obras no se trataba ya del mundo del arte ya que alejadas de cualquier postura estética ponían al espectador en un límite: como si el escultor hubiera puesto en funcionamiento virtuales sacrificios primitivos.
El shock que genera la escultura es el contraste entre la sugerencia y la crudeza de la imagen incapaz de ser definida. Es el mismo shock emocional el que horroriza al espectador incapaz de tamizarlo a través de la razón; es lo irracional de la situación represiva y de exterminio de la realidad la que hace necesaria la nausea y el vómito frente al terror y la muerte. Es lo indecible del horror lo que Norberto Gómez plantea como un desgarro indescifrable recurriendo a recursos plásticos y escultóricos que obligan al enfrentamiento de su crudeza sin dejar espacio posible para un alejamiento o despegue intelectual del espectador sobre el efecto emocional que la morbosidad y la presencia indiscutible imparten.
Norberto Gómez aborda el horror de una coyuntura que saltea los límites de la razón y descarna en una presencia sentenciosa la memoria sobre la situación represiva y exterminadora ejecutada por el terrorismo de estado en la Argentina en su último y escalofriante golpe de estado en 1976, que no sólo dejo secuelas morales y psíquicas a dicha sociedad sino que abrió heridas irreparables con la desaparición de personas. En esta época de la Argentina la sangre, la animalidad, la carne podrida esta a la hora del día.
Norberto Gómez es resultado de una desesperación inmediata que ni siquiera encuentra espacio para ser pensada, es más bien una vivencia hecha materia.

No hay comentarios: