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jueves, 7 de junio de 2007

La Modernidad y el Modernismo en Brasil

Introducción

En el siguiente trabajo nos adentraremos en la compleja trama que atraviesa la cuestión de la modernidad y del modernismo en Brasil en la década de 1920, así como también la problemática sobre el carácter genuino de una vanguardia brasilera, incorporando al mismo, el caso de Oswald de Andrade y sus manifiestos Pau Basil y Antropófago como expresión paradojal de la corriente “modernista” de Sao Paulo que se hace explícita en La Semana de Arte Moderno en 1922; para abordar el trabajo planteado hay que tener en cuenta que las categorías europeas de modernismo y vanguardia no pueden ser trasvasadas al contexto brasileño, no sin antes exponer las particularidades del marco espacio-temporal de nuestro interés para luego resignificarlas.
La pregunta acerca de la posibilidad de existencia genuina de un modernismo y un movimiento vanguardista en el Brasil surge a partir del cuestionamiento actual sobre el tema en diversos escritos y ensayos, como por ejemplo en el libro Modernidade e Modernismo no Brasil de Annateresa Fabris, que plantea una necesidad de analizar el fenómeno en la actualidad debido a que “…buena parte de lo que conocemos del modernismo fue producido por sus protagonistas y por una generación de críticos e historiadores empeñados en la defensa de la causa del arte moderno que frecuentemente expuso las razones de la primera hora sin contestarlas o cuestionándolas muy tímidamente.”[1]

Hipótesis

Nos preguntamos si es realmente posible hablar de modernismo y vanguardia en el Brasil de la década del ´20, y si así lo fuera, comprender cuáles son sus particularidades.
Para desarrollar la hipótesis anteriormente mencionada vamos a centrarnos en el ámbito de la literatura brasileña de Oswald de Andrade, su ideario y su puesta en escena.


Desarrollo

En primer lugar es conveniente clarificar los conceptos de Modernidad, Modernismo y Modernización, y para ello utilizaremos las expuestas por Marshall Berman[2] con la intención de re-significarlas a partir del marco espacio- temporal de nuestro interés. Marshall Berman dice al respecto:
“ Hay una forma de experiencia vital- la experiencia del tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y los peligros de la vida- que comparten hoy los hombres y mujeres de todo el mundo de hoy. Llamaré a este conjunto de experiencias la “modernidad.”(…)…conduciendo y manteniendo a estas personas e instituciones un mercado capitalista mundial.(…) En el siglo XX, los procesos sociales que dan origen a esta vorágine, manteniéndola en un estado de perpetuo devenir, han recibido el nombre de “modernización”. (…)…éstos procesos (…) han nutrido una asombrosa variedad de ideas y visiones…(…)A lo largo del siglo pasado, estos valores y visiones llegaron a ser agrupados bajo el nombre de “modernismo”.”[3]
Ahora bien, pensemos en la modernidad como una forma de experiencia vital que comienza aproximadamente en el Renacimiento en el continente europeo con su nueva concepción del hombre y su relación con el conocimiento del mundo a través de la ciencia, que luego se despliega en el tiempo a través de los procesos de colonización de manera global. Es preciso tener en cuenta, antes de analizar la modernidad en Brasil, que ésta es una modernidad de implantación, exógena al mundo pre-colonial en el cual fue introducida. Este punto será sustancial cuando analicemos, más adelante, la “vanguardia” brasilera.
Si existe la posibilidad de analizar una modernidad y una corriente modernista en Brasil, es por el surgimiento de una ciudad cosmopolita por antonomasia como lo es Sao Paulo, foco y espacio físico de la Semana de Arte Moderno del ´22.
Es verdad que para aquella época el proceso de modernización era incipiente por estatuto periférico, si tenemos en cuenta que con el desarrollo del capitalismo y su expansión colonial se configura la distinción entre países centrales y periféricos que conducirá a una posterior división internacional del trabajo y establecerá regiones de dominación expansiva, principalmente en cuanto a lo económico, y regiones que cumplirán un rol internacional receptivo y económicamente dependiente. Los países llamados centrales concentrarán su actividad económica en el desarrollo industrial y los países periféricos desarrollarán la producción de materias primas.
La incipiente modernización es suficiente para impulsar una reflexión acerca del fenómeno y de sus consecuencias en el ámbito cultural, por parte de los intelectuales y artistas multidisciplinarios de aquella época, sin olvidar además, que muchos de ellos, viajaron a Europa y establecieron contacto con la situación política y cultural del viejo continente que atravesaba una etapa de pos-guerra. Era “necesario” que la cultura brasilera se encarrilara en el modernismo y estableciera una coherencia con su contexto.
El impacto, el del espacio- ciudad y el de la situación europea, para los artistas brasileros consistió en la novedad de los movimientos de vanguardia tanto artísticos como políticos, siendo de hecho que en la década del 1920 se funda el Partido Comunista en Brasil.
La comprensión de la realidad social del Brasil fue impulsada hacia un nuevo enfoque expresado en la corriente modernista que se hacía consistente en la cuestión de la brasilidad (término que designa la esencia que conforma el ser nacional-brasilero); no es casual que el año 1922 fuese el año del centenario de la independencia brasilera.
En el caso de Oswald de Andrade su pasado burgués se confronta con su nuevo enfoque sobre la realidad económica y socio-política del Brasil, inevitable si tomamos en cuenta su militancia en el Partido Comunista. La resignificación del Brasil la vislumbra estando en Europa. El giro desde el cual se intentaba comprender y accionar sobre la realidad brasilera fue expresado de manera crítica en la constitución de las vanguardias que no tienen las mismas connotaciones que las europeas y que a su vez se distinguen en su interior según las tendencias retro-prospécticas y prospécticas. Cuando hablamos de tendencia retro-prospectiva respecto de las vanguardias entendemos que su actitud frente a “lo nuevo” es expresada a través de un carácter “retrospectivo”- un planteo revisionista- y/o de un carácter “prospectivo” – un proyecto hacia el porvenir-.
La tendencia prospéctica basa su plan de acción en la ruptura con el pasado en pos de una construcción proyectada hacia el futuro, en cambio, la tendencia retro-prospectiva concentra en la novedad, la revisión del pasado para la transformación del presente y la consecuente construcción del porvenir; esta tendencia se acerca a la concepción hegeliana sobre el carácter pasado del arte; el arte siempre esta en relación con el pasado; aunque esta concepción contradice el arte de ruptura propulsado por las vanguardias europeas, es posible establecer una analogía con la concepción de lo nuevo de la vanguardia brasilera con tendencia retro-prospectiva, precisamente por sus particularidades. La ruptura de la vanguardia brasilera no radica en el corte con el pasado sino con una actitud pasiva frente a la cultura hegemónica.
El proceso de modernización europeo, puso en jaque la idea de orden y progreso y su consecuente mito de la felicidad -fundadas en el siglo XIX con el modernismo europeo- debido a las duras consecuencias de la primera guerra mundial; por lo tanto, las vanguardias europeas que también se configuraron a partir del concepto de lo nuevo encararon dialécticamente con sus diferentes matices, la institución arte, su ámbito de legitimación y las relaciones de poder instituidas por la burguesía del siglo XIX, a la vez que su carácter de ruptura implicaba una ligadura del arte con la praxis vital como lo plantea Peter Bürger en su teoría de la vanguardia.
La teoría del arte por el arte promovida a fines del siglo XIX por el filósofo Immanuel Kant emancipa al arte de una finalidad, de una utilidad, abogando por su autonomía y desligándolo del resto de las esferas de la actividad humana. La finalidad del arte, para Kant, es la finalidad sin fin, sentando así las bases del esteticismo burgués donde el arte alcanza la auto-reflexión.
La teoría de la vanguardia desarrollada por Peter Bürger[4] plantea una nueva concepción del arte llevado a cabo por los movimientos vanguardistas europeos a principios del siglo XX en respuesta al esteticismo burgués establecido: el arte como praxis vital, es decir, el arte unido en su función a la vida práctica como transformador de la realidad. El carácter fáctico del arte de vanguardia es vital tanto para revivir al arte mismo como para la realidad social; por ello la apropiación de los medios masivos de comunicación para la difusión de sus idearios hacia un público moderno que se conforma en masa: ejemplo de ello es el caso de los futuristas que lograron a través de los medios gráficos una difusión inesperada. De este ejemplo europeo la vanguardia brasilera se apropia de su plan de acción más no de sus idearios. Los manifiestos Pau Brasil y Antropófago implican, la irrupción de lo nuevo en una sociedad cosmopolita como lo es Sao Paulo ejerciendo la incomodidad de forma extrema logrando ser percibidos como propuesta “moderna”; no establecen un ideario aniquilador del pasado sino que se basan en la ruptura con el presente establecido a partir de la conquista lusitana. De este modo se afirman como “vanguardias” prospectivas proponiendo lo nuevo de una brasilidad que puede ser encontrada retrospectivamente y que apunta a asumir de manera crítica la implantada modernidad europea. Ello implica el hallazgo de la brasilidad borrada por la importación pasiva de la cosmovisión europea, a cargo de las “élites vegetales”[5]. La vanguardia brasilera es una vanguardia comprometida con el ámbito socio-cultural al que pertenece y desde ese punto es rescatable la nominación que establece Schwartz sobre “vanguardia enraizada”. Respecto a la metáfora del enraizamiento de la vanguardia latinoamericana Schwartz la postula como “…un proyecto estético que encuentra en su propio hábitat los materiales, los temas, algunas formas y, principalmente, el “ethos” que informa el trabajo de la invención.”[6]
En el caso particular de la vanguardia analizada no sólo se relaciona dialécticamente con la modernidad en escala micro, es decir en el movimiento de oposición y negación de su modernidad periférica y directamente experimentada, sino que también se realiza a partir de la oposición de la modernidad madre a escala global.
Podemos decir, que particularmente, la vanguardia brasilera incide y se proyecta de manera doblemente dialéctica. Si bien dentro de las tendencias culturales del Brasil el regionalismo era representativo de artistas del interior del país, en realidad, el postulado de Oswald de Andrade también era una propuesta regionalista pero a escala global, lo que implica un intento de forjar una identidad integracionista brasilera que hiciera frente a los procesos de modernización arrasadores de la igualdad de la diferencia, aplastantes de la otredad y por ende tendiente a la “regularidad” occidental.
Era preciso asumir la diversidad étnica del Brasil subyacente a lo occidental. Detrás de la búsqueda de la brasilidad aparece la necesidad de conformar una cultura nacional. El espacio moderno por excelencia es el de la ciudad como lugar de transformaciones y fluctuaciones en todos los ámbitos de la actividad humana incluso en el hombre mismo. Es allí donde se ponen de manifiesto las tensiones y contradicciones que atraviesa la experiencia moderna. Qué mejor ámbito de regularización, de ordenamiento racional, de dominio del hombre en su relación con la naturaleza, que el espacio- ciudad, demarcador del mundo de la verdad de la razón y la tecnificación del hombre nublado de alienación. Si el proceso de modernización implica el desencantamiento del mundo, es el Manifiesto Antropófago el que busca devolverles la magia a los “bárbaros” vestidos de fraque sin saberlo.
La apelación que Andrade hace en sus manifiestos a la toma de conciencia de su público lector en relación al hallazgo de una identidad que subyace la civilización, y la denuncia constante ante el atropello de las carabelas, implica también una conciencia modernista que rastrea los elementos de su contexto para accionar en una vanguardia genuina y antropófaga.
Es en el manifiesto Pau-Brasil que “tropicaliza”[7] el espacio urbano para cubrir con “la sabia pereza solar”[8] la frialdad del cemento. Es interesante como Schwartz propone comprender el concepto de vanguardia en el Brasil a través de una simple reversión del mismo: la retaguardia; de la vanguardia-ciudad-razón a la retaguardia-campo-pensamiento mágico. [El pensamiento mágico]“Solamente podemos atender al mundo oracular”[9]. [El campo] “Contra las élites vegetales. En comunicación con el suelo.”[10] [La retaguardia] “Antes que los portugueses descubrieran el Brasil, el Brasil había descubierto la felicidad.”[11] Es ese retorno al primitivismo que Oswald de Andrade sostiene, el que nos permite pensar en el carácter “deconstructivo” y no destructivo de su vanguardia. Pensando en la deconstrucción como el proceso decapante de una construcción implantada y ciega para poder hallar la estructura vital que constituye la brasilidad rescatada como novedad y fundada en la diversidad.













Conclusión

A partir de ciertos conceptos desarrollados anteriormente es necesario clarificar el significado que acarrean consigo, relacionándolos a partir de una lectura activa y crítica de los textos analizados, intentando encontrar una respuesta ineludiblemente subjetiva a nuestra hipótesis planteada al comienzo de nuestro trabajo.
Si pensamos en el concepto de modernidad como una experiencia vital que en nuestro caso sufre transformaciones relacionadas con la condición periférica del contexto brasileño, con el carácter de implantación, a través del cual se inserta, en la expresión del espacio-ciudad, lo cual implica un proceso de modernización que modifica la experiencia misma, podemos también validar el reconocimiento de la real existencia de un modernismo netamente brasilero. La definición que Oswald de Andrade nos brinda sobre el término “moderno”: “La palabra “moderno” pertenece a cualquier época. Fueron modernos los iniciadores de todos los movimientos estéticos y filosóficos, de todos los movimientos científicos y políticos.”[12], nos permite pensar en un modernismo, que si bien no prescindió de la situación europea para su toma de conciencia, reflexionó y accionó a través de movimientos de formato vanguardista sobre la realidad particular efectivamente afectada por la modernidad y la modernización.
Si ser moderno es abogar por “lo nuevo” en detrimento de lo “osificado” por fuera de una cronología purista, entonces la novedad y el carácter contestatarios del ideario Pau-brasil y Antropófago, lo corroboran.
El formato de vanguardia como medio de expresión y acción de su búsqueda identitaria, realiza la posibilidad de una vanguardia latinoamericana y específicamente brasileña, no sólo confirmando su condición dialéctica con la modernidad sino además postulando sintéticamente una novedad hallada en el “matriarcado de Pindorama”[13].
El país de las palmeras luego llamado Brasil asume la diversidad y el sincretismo consecuente estructurante del ser nacional como construcción social y elemento de identificación cultural; devora los atributos de su conquistador y exalta la actitud antropófaga para alcanzar la honestidad de una costosa independencia cultural.


Bibliografía
Jorge Schwartz, Las vanguardia latinoamericanas, Textos programáticos y críticos ,La Parábola de las vanguardia latinoamericanas, Editorial Cátedra.
Annateresa Fabris, Modernidade e Modernismo no Brasil, Modernidade e vanguardia: o caso brasileiro, Editorial Mercado Letras, apunte de cátedra Laurenzi, SEU, IUNA, 2006.
· Peter Bürger, Teoría de la vanguardia, Ediciones Península, Barcelona.
· Marshall Berman, Todo lo Sólido se desvanece en el Aire, La Experiencia de la modernidad, Introducción. La Modernidad, Ayer, Hoy y Mañana, Siglo veintiuno editores, 1981.
· Giorgio Pignoli, Lucio Rosenberg, Kenneth Altmann, Diccionario de Estética, Editorial Quadrata, Buenos Aires, 20023.
· Oswald de Andrade, Escritos Antropófagos, Ed. Corregidor.
· UNESCO, Revista El Correo, Brasil: Un coloso entre la selva y el siglo XXI, Diciembre, 1986.






[1]“…boa parte do que conhecemos do modernismo foi producida por seus protagonistas e por uma geração de críticos e historiadores empenhados na defesa da causa da arte moderna que freqüentemente esposou as razões da primeira hora sem contestá-las ou cuestionando-as muito timidamente.”
Annateresa Fabris, Modernidade e Modernismo no Brasil, Modernidade e vanguardia: o caso brasileiro, Editorial Mercado Letras, apunte de cátedra Laurenzi, SEU, IUNA, 2006. pp. 9.
[2] Marshall Berman, Todo lo Sólido se desvanece en el Aire, La Experiencia de la modernidad, Introducción. La Modernidad, Ayer, Hoy y Mañana, Siglo veintiuno editores, 1981.
[3] Ídem. pp. 2.
[4] Peter Bürger, Teoría de la vanguardia, Ediciones Península, Barcelona.
[5] El concepto de “elites vegetales” refiere a la elite intelectual brasilera que de manera pasiva importa la cultura hegemónica europea.
Oswald de Andrade, Escritos Antropófagos, Manisfiesto antropófago, Ed. Corregidor. pp. 42.
[6] Jorge Schwartz, Las vanguardia latinoamericanas, Textos programáticos y críticos, La Parábola de las vanguardia latinoamericanas, Editorial Cátedra. pp 20-21.
[7] Jorge Schwartz, Las vanguardia latinoamericanas, Textos programáticos y críticos ,La Parábola de las vanguardia latinoamericanas, Editorial Cátedra. pp 43.
[8] Oswald de Andrade, Escritos Antropófagos, Manifiesto Pau Brasil, Ed. Corregidor. pp. 24.
[9] Oswald de Andrade, Escritos Antropófagos, Manisfiesto antropófago, Ed. Corregidor. pp. 40.
[10] Ídem pp. 42
[11] Ídem pp. 44.
[12] Frase de Oswald de Andrade citada en: Jorge Schwartz, Las vanguardia latinoamericanas, Textos programáticos y críticos ,La Parábola de las vanguardia latinoamericanas, Editorial Cátedra. pp 55.
[13] Oswald de Andrade, Escritos Antropófagos, Manisfiesto antropófago, Ed. Corregidor. pp. 47.

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